17 de abril de 2007

¿qué pasa con la luna?


Que los días son sueño y los sueños los días. Y la gente se desliza en vez de caminar y las farolas se agachan saludándote al pasar y ya han cambiado varias veces los edificios de sitio y hasta que no lo grabe supongo que no podré hacer este pequeño exorcismo y librarme de los edificios que saludan sonrientes desde arriba, esperando a ser inmortalizados en una foto dinámica, verdaderos protagonistas conscientes que no ceden a concesiones.

¿Y has visto como se voltea el tiempo? Es una comba. ¿Y el espacio? Probablemente una croqueta en sus dimensiones. Y mil paralelas y ni las vemos. Y ya me parece ver a muchos cerca, y me acuerdo de Hesse en su canal estepario comunicándose y jugando con las iniciales ingenuamente, como un niño, como no... Y recuerdo lo lejos que llegó él. Y recuerdo sus burlas sanas a los dualismos y su fascinante acercamiento al mundo de la burguesía saltando desde el mundo de los doses. Y es que él sabía de que hablaba, sólo se dedicó a contarlo. ¿A cuántos habrá salvado este libro? ¿A cuántos seguirá salvando en su brutal atemporalidad? La genialidad de reírse de uno mismo, de sobrepasarse, de reinventarse, de desenamascararse, de humillarse e incluso matarse (con mucho humor e imaginación) para, claro, volver a renacer de unas cenizas frescas. Y también es un canto a la tolerancia, es una burla a los superhombres pero también una mano tendida hacia aquel que se hunde en su propio mundo.

Y yo volando y bajando y subiendo, como hace tiempo que no lo hacía, porque la verdad es que todo esto no tiene nada que ver con el cine, tiene que ver con ese yo aparente que se mueve de un lado a otro y que es el ganador verdadero de este concurso que ha tenido como premio un año nuevo en una vida nueva. El verdadero ganador de cultura, libertad, todas esas ventanas que dan a mundos, todos esos cuadros que pasan a universos, toda esa brisa que te lleva muy lejos, cierto, más lejos cuanto menos sabes a donde vas. Pero, no nos engañemos, ¿alguien lo sabe? Pretencioso, con este adjetivo se reía mucho Pablo, el Pablo-Yoko, seguro que si lee esto
se seguirá riendo. Bueno, ya vale de creernos dioses cuando justo en ese aspecto nunca lo seremos. No hay control. No hay razón. No hay poder. No hay miedo. No hay límites. No hay estatismo. Preguntadle a Wong Kar Wai como rueda. Preguntadle a Michael Winterbottom sobre Tristam Shandy, una polla y un toro para ser más (im)precisos.

Y, ¿qué pasa con la luna? Agua, a parte de todo lo que no sabemos o no queremos saber.

TV on the radio, emocionado, expectante, observador, confuso, animado, solo, alto, sonriente, ¿cabreado? Quizás por momentos. Con el de siempre... autoexigencia.