5 de junio de 2007

Filmoteca Española (cine Doré)

Si vives en Madrid y te gusta el cine un sitio de obligada visita es la Filmoteca.

En la calle Santa Isabel 3, al lado del mercado donde se rodó el mercado de Torrente (hey, que es una de las películas más taquilleras de la historia del cine español). Estaciones de Metro más cercanas: Antón Martín, Tirso de Molina y Lavapiés.
Líneas de autobuses próximas: 6, 26, 32 y 57.

Abierta de martes a domingo (excepto festivos), con unas cuatro sesiones al día, tres salas (una de ella es terraza, a partir de julio), sirven comidas de 14 a 16:30, con una acogedora cafetería y una librería especializada en el séptimo arte. ¿El precio? 2,5 €, 20 € el bono de 10 películas. Y estos precios se convierten en 2 y 15 € respectivamente si eres estudiante (¡1,5 € la película con bono!) ¿Qué más se puede pedir? Pues unos cuantos sitios alrededor para comentar la película (o no): La Lupe (de ambiente, fiestero), El Despertar (jazz en vivo, para sentarse y probar uno de sus cafés), El Sur (como aquella gran de Victor Erice, para unos vinos) o El bar F.M. (para unas cañas que te acompañaran con unas tapas). Y no, El Mosquito ya no existe, a éste solíamos (¡Laurilla, Jorgillow!) ir, yo de vuelta a la compra de bonos y a las sesiones de devorar cine. Y más allá el interracial Lavapiés. Madrid late pero hay que encontrarle las venas, si te gusta el cine ésta es una arteria.

Il Deserto Rosso (Michelangelo Antonioni, 1964)

Quizás no deberías leer esta crítica si no has visto la película, desvela escenas de la misma. Quizás justo si no la has visto deberías leerla para que te despierte el interés. Quizás deberías verla y luego leerlo.

Desolación podría ser la palabra que define la película de Antonioni en una perfecta comunión de la fotografía y los personajes, de la forma con el fondo. Ver El desierto rojo fue una experiencia en muchos aspectos. Mientras arrancaban los primeros fotogramas de la película yo comenzaba mi particular viaje hacia mi adolescencia, un fuerte deja vu me arrastró a otro tiempo, yo había visto esta película, quizás con unos doce o catorce años. El recuerdo se hizo sensación, por entonces me atrapó la belleza de Mónica Vitti en el papel protagonista, me imagino quedándome en la pantalla eclipsado por su belleza (aunque toda la película tiene una fotografía de belleza ignotizante), en medio de mi pubertad, esperando (como un voyeur) a que hubiera una escena de sexo, o de lo que por entonces para mí era sexo, un beso en los labios, un pecho. Hoy tengo treinta y un años, quizás diecisiete o dieciocho años han pasado y el deja vu ocurre. Desde esa primera escena en la que come con ansiedad escondida detrás de unos matorrales "radiactivos" (¿qué no lo es en esta película?) ese bocadillo ya empezado, el erotismo aparece, paso de buscar el por qué. Qué mejor forma de presentar al personaje, es un animalito indefenso que se esconde en la maleza para comer los restos de una comida. Y de nuevo me encuentro viviendo esos doce años, despierta el Eros y espero que algún lobo ("El hombre es el lobo para el hombre") le sorprenda en el momento en el que está desvalida, mientras se alimenta, para agredirla sexualmente.

Giuliana (Monica Vitti) ha sufrido un accidente mientras su marido se encontraba en Londres por cuestiones de trabajo, al ser informado de que el accidente no era grave no abandonó Londres. A raíz de este accidente ella queda ligeramente transtornada, o eso dice su marido. Momento de la verdad, al menos de la mía: Giuliana es el personaje más "cuerdo" de toda la película. Poco importa que esté desequilibrada en el estricto sentido de la palabra, anda pegada a las paredes, porque se cae, se cae, la realidad está inclinada. A tomar por culo el "Cogito, ergo sum" de ese gerifalte del racionalismo occidental, tendría que ser sustituido por un "Soy querida, luego existo". El problema es que nadie la quiere. Es un espejo al que nadie mira, si habláramos como el "Like a mirror" de Morphine: "I'm like a mirror. I'm like a mirror. I'm nothing 'til you look at me". Bella letra, existencialismo, ¿eh, Claus? Ni siquiera su hijo (que se ríe de su sufrimiento), que la utiliza, como todos. Mientras ella piensa el color de una tienda en la que ni siquiera sabe que va a vender, y qué importa, claro que el color es importante, es la búsqueda de una identidad, una huída desesperada del "la mujer de". ¡¿Cómo coño, malditos cuerdos, no va a ser fundamental el color de las paredes de la tienda?!

Recuerda al personaje que encarna Nicole Kidman en la película de ese gran maestro del sadomasoquismo que es Lars Von Trier: Dogville. Manipulación sentimental, mujer objeto, instrumento en manos de los torturadores habituales. Menos mal que el espectador es observador, diría alguien, y se equivoca, Antonioni nos mete, nos hace participar, en ese falso amante que es cada uno de los espectadores en esos asientos de la Filmoteca, ese extranjero (el espectador y el personaje) que llega como un falso salvador. Cultura del dolor. Eros y thanatos, amor sexo y muerte. ¿Quién es nuestro puente? Pues como aventuraba JC Corrado Zeller, el falso mesías, el falso gurú, el falso amante, el ingeniero (el que toda madre quiso y quiere tener), el extranjero, el extraño. Un Mario Conde, perfectamente engominado, estandarte del triunfo capitalista (feliz=tiene mucho dinero=un triunfador), ése que todas las madres adoraban, que era tan guapo, ese que era el modelo perfecto para los hijos del capitalismo de principios de los 90, ése que acabó en la cárcel. ¿Esperamos una bella escena de amor? No nos engañemos, es el Eros+thanatos, una violación. Y demos un paso más en nuestra miseria, un paso más en la cultura de la culpa, exteriorizando, ¿no es acaso ella la culpable de sus males? No es ella la que llega al hotel y acalorada (aunque dice que tiene frío) la que se quita la ropa. ¿No es acaso ella la que se acerca a ese barco anclado en el puerto, lleno de pescadores de la Europa del este que no han visto a una mujer en meses? Que tensión sexual cuando él la sigue, que duro es Antonioni en esto, otro lobo que se acera al cordero, y nosotros esperando (deseando) lo peor. Y ya se encarga the master of the suffering de hacerlo realidad y terminar esta fantasía en otra película, me refiero a "Breaking The Waves", de nuevo "Von" (jajaja, es el mejor) Trier, el marqués de Sade del siglo XXI. Entonces, retomando la justificación, la culpa, ¿no estamos empezando a razonar como maltratadores?, "si no se hubiera acercado al barco", "si no fuera vestida así", "lo van buscando" ¡Joder!, ella lo que quiere es salir de allí, huir, que un barco le lleve a tierras lejanas, sólo busca amor y encuentra sexo, como muchas otras mujeres decía alguien... pero ella sólo se encuentra con el sexo, no con ambos, y los hombres de esa estirpe machista buscan el sexo y se encuentran el amor, ¿no? Retomemos el hilo, empezábamos a pensar como violadores o maltratadores, Antonioni nos pone en el dilema moral de culparla a ella (jajaja, la culpa es de Antonioni, por ti y por todos mis compañeros, "¡primer!", ¿sólo yo me entiendo?).
Magistral Antonioni. ¿Qué me queda por decir? Mucho, diré un par de palabras: Obra maestra.

La fotografía es inquietante, proyecta la desolación, la soledad, el vacío. Aquellas excavadoras, antenas de las estrellas que piden ayuda extraterrestre, un mensaje de socorro pidiendo amor más allá de este mundo de falsedad, donde ese ángel manda un S.O.S. continuo en un "message in a bottle" al exterior, esa flor en el desierto (ella sí, tú no, Alex-Najwa), ese ángel entre lobos, que sólo quiere sentirse viva, "no son mis cosas, es mi vida". ¿Qué vida? Esa vida robada por una generación de hombres-lobo, "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer", mierdas, basura, denigración de la mujer, ensombrecida por esos egos patéticos de una generación de gallos que ostentan el poder, sexo que no tiene ni apellido, salvaje vacío, sólo un apellido, un apéndice, mujer de y más allá, viuda de... incluso muerto es más importante.

Quien quiera otra dosis de Monica Vitti la puede encontrar en L'Eclisse (Michelangelo Antonioni, 1962). Pregunta abierta: ¿Qué esperas ver?

Dirección: Michelangelo Antonioni.
Guión: Michelangelo Antonioni y Tonino Guerra.
Fotografía: Carlo Di Palma
Intérpretes: Monica Vitti, Richard Harris, Carlo Chionetti.

LO MEJOR: la fotografía, el guión, el sueño (cuento), el trío de intérpretes principales (casting perfecto, gran interpretación).
LO PEOR: No se me ocurre nada, la veo redonda, quizás en algún momento te ataca ese fantasma racional (y cultural) del "para qué" y quieres saber hacia donde va la película. Respuesta: hacia donde va. Solucionado.
ES PARA TI: Si has revalorizado alguna vez una película tras verla. Si te ha atraido alguna vez algo y no sabes por qué, simplemente de forma irracional. Si te interesa el existencialismo. Si no tienes miedo a lo que no conoces de ti.
NO ES PARA TI: Si crees que te conoces y nadie ni nada tiene nada que descubrirte de ti mismo. Si crees en el tipo de frases a lo "Yo soy así", el yo estático y toda esa basura generada por la fábrica del racionalismo más cobarde. Si no cumples ninguno de los requisitos anteriores, si no aceptas sensaciones "negativas" en una película, si tienes miedo a lo desconocido. Si vas al cine a ver "cosas agradables".
CALIFICACIÓN: ***** (5/5)