22 de octubre de 2009

"Map of the Sounds of Tokyo" (Isabel Coixet, 2009)

En 1993 El Inquilino Comunista sacaba su primer disco, traía el sonido estadounidense de las guitarras de Sonic Youth o Dinosaur Jr. por "estas tierras". La crítica fue unánime: una gran opera prima, el foco de la crítica musical cayó sobre ellos. Dos años después esta banda vasca del barrio no-pobre de Getxo sacaba un disco que titulaba "Bluff". Un bluff es un chasco, una desilusión, un bajón, el desinflar de un globo. El título hacía referencia a las expectativas tan altas que se habían puesto sobre la banda, que se adelantaba, con mucho humor, a los críticos musicales, argumentando que fuera como fuera su disco iba a ser tildado de mediocre tras el fuerte arranque del primer disco. El disco, bastante bueno, no es, en mi opinión, de lo mejor que firmaría la banda, lo mejor estaba por llegar, el nunca valorado "Discasto" tras el cual volverían a sus vidas de ingenieros (algunos) y dejarían el nada "productivo" camino de la música por estas tierras (¿España? ¿y países colindantes? ...)



Japón está de moda. Lo japonés es cool. Es el nexo perfecto entre oriente y occidente (¿pero no era el budismo?). ¿Japón? ¿Pero no hablamos de Tokio? Es como cuando los madrileños dicen España en sustitución de Madrid. Tokio no es Japón pero Japón sí es Tokio, al menos desde fuera. Tokio: Capitalismo a niveles atroces, acompañado de sus inseparables retoños la competitividad y el individualismo. Tiene los últimos adelantos de la tecnología. Y tiene un punto del Japón oriental que a los occidentales nos hace pensar que es exótico, diferente y rico, aunque sea una de las cabezas del dragón tricéfalo del capitalismo (yo que sé... China y USA). ¿Qué nos enseñaría un turista español de Tokio en un fin de semana? Pues los Love Hotels, el mercado de pescado, el metro y algún sitio de comida para sorber ¿rabe? El Tokio que nos enseña Coixet. ¿Pero de qué Coixet estás hablando? ¿Ésa que decías que era el mejor director (o uno de los mejores) en "España"(¿se te ha estropeada la tecla de comillas?)? Ésa, ésa... Pues nada, tras leerse algunos libros de Murakami (conexión literaria), verse algunas películas de Wong Kar Wai (conexión cinematográfica), debió pensar: hagamos una peli cool en Japón. Y en mi opinión se le olvidó el detalle importante: una historia. ¿Por qué esto no será como "Roma"(Fellini, 1972)? ¿Verdad? Ojalá. Ojalá tanta superficialidad hablara de la superficialidad. Pero es que la superficialidad, en este caso, intenta hablar de profundidad. El de ella es un personaje misterioso, tan misterioso que ninguno de sus secretos son desvelados, quedando en eso: misterioso y poco interesante, porque crear misterio es como coquetear: tienes que conocer el equilibrio. Él es un macho de pelo en pecho. Los dos grandes actores con pequeños personajes (no por el papel protagonista sino por el poco desarrollo de los mismos). Respecto a Wong Kar Wai y a Chistopher Doyle (director de fotografía de la evidentemente referenciada "In the mood for love"), pues copiar el estilo de fotografía de Christopher Doyle sin que vaya de la mano del cine de lenguaje no verbal de Wong Kar Wai, es como llevar una cresta verde, un candado colgando de la chupa, pedir para una birra y luego volver en taxi al chalet. Pero, ¿qué es lo contrario al cine "puro" (teniendo en cuenta sus inicios) de contar con imágenes como hace Wong Kar Wai? (Mi) respuesta: lo que está en las antípodas de esto: una voz en off. Un narrador que te cuenta "como un libro abierto" una prosa pretendidamente poética.


También me acuerdo de aquel profesor de cine que decía: no acabéis vuestro primer corto con una muerte, por favor, pensad si es eso lo que necesita la historia. La historia: muy floja. Los personajes: nada dibujados. La imagen: muy cuidada. Las escenas de sexo: antieróticas (MY opinion). La música: muy buena pero se me parte el corazón al reconocer la voz de Antony pasando de ser jurado en una competición de vinos (esa vida secreta de las palabras) a este botellón con vino de cartón. Los primeros planos: por todas partes (con sus saltos EN el eje por todas partes también, resaltable sin entrar en el juicio). Los ritmos: repito, el ritmo lento no es gratuito, puede ser una aceleración o pedir un silencio pero mantenerlo continuamente no justificadamente no dice nada. El silencio continuo no es llamativo. Lo llamativo es el grito en medio de una noche de silencio: el contraste. ¿Un ejemplo de falta de contraste en ritmo acelerado? "District 9" (Neill Blomkamp, 2009), por otros lados defendible. El ritmo... otra vez lo mismo: la forma oriental sin el fondo, como las fotos de Christopher Doyle sin el fondo de Wong Kar Wai. Unos pedazos actores sin personajes que interpretar. Una pedazo ciudad sin una historia que contar. Una gran película sin película. Superficial es el adjetivo que más me encaja. Y no puedo evitar acordarme de la conferencia que dio Chistopher Doyle en La Casa Encendida: los asistentes preguntándole el secreto científico de la alquimia para convertir la piedra en oro, todos preguntando sobre fórmulas matemáticas y sobre ciencia de la iluminación, todos muy occidentales queriendo encontrar La Verdad. ¿Y él? Hablando de actitud en la vida, de sensaciones, de filosofía, de la imposibilidad de que nada se repita, del cambio continuo... Qué increíble desencuentro entre Oriente y Occidente, qué increíble incomunicación. Sí, hablo de la charla de Christopher Doyle. Y de la película de Coixet. Un bluff.

LO MEJOR: ella (Rinko Kikuchi), la fotografía.

LO PEOR: la desconexión total entre forma y fondo. El guión. La poca magia entre ellos, especialmente cuando les da por tener sexo.

CALIFICACIÓN: ** (2/5)